En los años 70 la marca estadounidense se convirtió en la dominadora de las cilindradas medias durante tres años.
Cualquier aficionado que se haya enganchado al mundial de motociclismo en las tres últimas décadas, probablemente le chirríe el nombre de Harley-Davidson relacionado con este campeonato. A fin de cuentas, estas motos “made in USA” tienen un público muy definido y una idiosincrasia que las aleja de los modelos “de velocidad” propiamente dichos.
Sin embargo, para comprender los pasos que cada compañía da a lo largo de su trayectoria hay que viajar al pasado para analizar cuál era la situación en aquellos momentos. Y es que a comienzos de la década de los 70, Harley Davidson acababa de ser comprada por American Machine and Foundry después de una importante crisis institucional. Había un nuevo objetivo en el horizonte: introducirse en el mercado de las motos con menores cilindradas, un segmento donde las Harley no habían estado presentes a pesar de algún que otro esfuerzo.
Asi las cosas, tras hacerse con el 50% del negocio de Aermacchi, decidieron dar el salto al Campeonato del Mundo de Motociclismo para usarlo como rampa de lanzamiento para sus nuevas motos de pequeñas cilindradas. Además, la popularidad de este mundial en Europa ayudaría a que las legendarias motos estadounidenses fueran vistas de otro modo en el Viejo Continente.
Los primeros pasos que dieron lo hicieron bajo el nombre de Aermacchi (aunque con las letras de Harley Davidson sobre la moto). Eso ocurrió en las temporadas 1971 y 1972, siendo esta segunda más productiva para los americanos gracias a la mejora de las prestaciones y al buen trabajo de Renzo Pasolini, piloto de la marca desde la temporada anterior. El italiano acabó tercero en 350 cc y segundo por un solo punto en el mundial del cuarto de litro. La Yamaha de Jarno Saarinen le arrebató la gloria y, caprichos del destino, al año siguiente ambos fallecieron en un accidente en Monza en una de las jornadas más nefastas en la historia del campeonato.
Los títulos de Harley Davidson. Los años de vino y rosas llegaron a partir de 1974. La compañía dobló su apuesta por el mundial y eso dio sus títulos, en buena parte gracias al pilotaje consistente del italiano Walter Villa.
1974. Michel Rougerie y Walter Villa disputaron los 350 cc con resultados discretos, pero fue en 250 donde Villa sorprendió superando a las Yamaha que habían dominado (ese año la marca oficial se había retirado).
1975. El dominio de Villa y de Rougerie fue abrumador en el cuarto de litro, ganando siete de las diez carreras disputadas. Cinco de ellas fueron para el italiano, que se hacía así con su segundo entorchado.
1976. Sin duda fue la mejor temporada de Harley-Davidson en el mundial, ya que Villa ganó los títulos de 250 y de 350. Y es que por fin habían logrado una moto competitiva en esta última cilindrada. El italiano se impuso a la Yamaha de Johnny Cecotto y acabó con cuatro triunfos en grandes premios. En cuanto a los 250 cc, sumó la friolera de siete carreras ganadas.
Después de ese año la inversión en el mundial comenzó a disminuir y la compañía entró en una época de incertidumbre (hasta su posterior venta). A pesar de todo, en 1977 les dio a Franco Uncini (dos victorias) y el propio Villa (tres) a ser segundo y tercero en el mundial de 250, respectivamente.
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