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Foto del escritorJSR

Cómo hacer una Harley usando una farola, luces de quirófano, un exprimidor, dos máquinas de coser...

El artista holandés Stef Van Der Bijl vio un día una farola en el suelo tras un accidente y a raíz de ello comenzó a idear esta moto hecha con piezas que no sospecharías.

Stef Van Der Bijl es un holandés de 41 años que podría haber llevado una vida convencional, pero al que le condicionó desde niño el hecho de tener una madre artista y un padre dedicado a la industria automovilística.

Si empezamos presentándolo así, además de comentando que estudió artes y fotografía, es porque a pocas personas se les hubiese ocurrido la idea que un día tuvo Stef: iba caminando y se encontró una farola en el suelo, al parecer porque algún vehículo se había estrellado contra ella. Y mientras cualquiera de nosotros hubiese pasado de largo mirando sencillamente el estropicio, este holandés se fijó en la cobertura del foco y la recogió, pensando que aquello podía servir como depósito de combustible: había nacido en su mente la Aeroglide.

Una farola y un quirófano... el origen

Aquello sucedió en 2010 y unos meses más tarde se compró una Harley Davidson Electra Glide de 1980. El objetivo era desmontarla por completo a excepción del motor. Colocó entonces la caperuza de la farola, todavía sin su maravilloso acabado de aluminio pulido, y buscó a continuación algo con lo que cubrir las ruedas delanteras. No debió ser fácil encontrarlo, pero al final se valió de la caperuza de otros dos focos, en este caso sacados de un quirófano.

A raíz de estos componentes acudió a Jansen Restorations para que construyeran la moto partiendo de aquellos focos y de acuerdo con sus indicaciones. Stef, mientras tanto, fue recopilando piezas, como la palanca de freno sacada de una máquina de hacer zumo o los reposapiés, que proceden de dos antiguas máquinas de coser.

2.000 horas de trabajo

En total se dedicaron más de 2.000 horas de trabajo para cortar a medida, pulir casi a espejo y ensamblar las piezas con remaches de inspiración aeronáutica. Todo, con el contraste de un sillín que recuerda en gran medida a una silla de montar a caballo.

El resultado es una Harley-Davidson que puede ser la moto más bella del mundo para el que sienta predilección por los diseños de los años 50 y 60, y que en cierta forma recuerda mucho al de las caravanas Airstream norteamericanas de aquella época. De hecho, esta obra de Van Der Bijl ha conseguido los premios a la moto mejor customizada tanto en el Big Twin Bikeshow como en el Distinguished Gentlemen Ride.

Por 85.000 euros es tuya

Y ahora, con 68.000 km en su robusto motor EVO (con menos problemas de calentamiento que el anterior Panhead), está a la venta en Cool Classic Club (Holanda) por 85.000 euros. Quien la compre, se lleva una moto pero también una obra de arte única.

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